El sexto chakra se asocia con la glándula pituitaria y se representa con sólo dos pétalos. Éste es el chakra del dominio. Aquí es donde alcanzas la integración de la personalidad por encima del dualismo de la psicología humana. Desde aquí desarrollas el sentido de la intuición para saber en qué dirección deseas ir. Es aquí donde se juntan los principales canales de energía ida, pingala y shushmana, donde los tres ríos de tu energía interna se integran en uno. Cuando pasamos del quinto al sexto chakra estamos más allá de los elementos naturales. Hemos atravesado todas las transformaciones de nuestra experiencia ordinaria que están codificadas por la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter. No hay ningún elemento vinculado a la Tierra asociado a los chakras superiores. El sexto chakra está situado en el punto del tercer ojo, en el centro de la frente, un poco más arriba de las cejas. El tercer ojo te da la visión, la profundidad y la dimensión de los mundos sutiles. Su función es ver lo invisible y conocer lo desconocido. Es el centro de la intuición y de nuestra conexión directa con la fuente infinita de sabiduría. Es diferente del poder psíquico que usa energía del tercer chakra y trabaja de él, y por ende, puede ser subjetivo en su apreciación. La apertura del sexto chakra proviene de la maestría obtenida sobre el flujo de la mente. Casi siempre se representa como algo luminoso: una luz interna, sutil, no como la luz exterior del tercer chakra. Quienes llegan a abrir este canal y tienen una visión mística, dicen que Dios es como un billón o un trillón de soles en explosión. En este chakra adquieres también la maestría sobre la dualidad de la mente. Obtener dominio sobre el sexto chakra implica no dejarse confundir por las polaridades de la vida, saber leer entre las polaridades, saber leer entre líneas.